martes, 27 de octubre de 2009

El Imaginario del Doctor Parnassus (The Imaginarium of Doctor Parnassus, 2009)


El pasado viernes se estrenó en España la nueva película de Terry Gilliam, El imaginario del Doctor Parnassus. La cinta se hizo famosa cuando Heath Ledger murió sin haber finalizado el rodaje (otro caso más de la infame mala suerte de Gilliam). La solución pasó porque otros 3 actores famosos y amigos de Ledger (Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell) hicieran su papel en las escenas que faltaba por rodar.

El tan comentado personaje de Heath Ledger no aparece, sin embargo, como el protagonista que nos habían hecho creer que era, sino un personaje un poco destacado de un reparto casi coral, donde el verdadero protagonista es el propio doctor Parnassus. El actor se comporta de una manera bastante natural aunque es inevitable ver en un par de escenas resurgir los gestos del Joker que interpretó en El Caballero Oscuro. Entendiblemente los otros 3 actores toman su interpretación no desde sí mismos, sino partiendo de la interpretación del propio Ledger, con lo que resulta difícil ver lo positiva o negativa que puede resultar su influencia en la película. El que mayor peso tiene es el de Colin Farrell, debido al argumento, pero no me pareció especialmente convincente. Respecto a la transformación del personaje en sus otras 3 versiones ésta está justificada argumentalmente con cierto tino, pero es difícil deshacerse de la idea de que estamos ante una excusa argumental. Quizá habría funcionado perfectamente si la idea hubiera estado en el guión desde el principio, pero me temo que nunca lo sabremos.

Por su parte Christopher Plummer, a pesar de llevar el personaje titular y el mayor peso dramático del film, no tiene mucho que hacer con su parte, más allá de hacerse el borracho y estar preocupado por su hija. Lo cual no quiere decir que no lo haga con clase, pero se hecha en falta un poco más de miga.

La película en sí parece en principio un cuento moral, acerca del doctor Parnassus, que hizo un pacto con el diablo, Mr. Nick (Tom Waits, elección perfecta para el personaje). Ahora Mr. Nick vuelve para cobrarse su deuda. Sin embargo este Diablo no está escrito como un demonio al uso, sino que más que buscar engañar y hacer el mal no es más que alguien a quien le gusta jugar. En más de una ocasión le vemos pudiendo reclamar la victoria, pero dando más opciones a Parnassus, simplemente porque si gana definitivamente el juego se acaba. Esta forma un tanto original de entender el personaje es uno de los grandes aciertos de la película.

El funcionamiento del filme depende en gran medida de las fantasías creadas detrás del espejo, lugar de enfrentamiento entre Mr. Nick y Parnassus por las almas de los clientes del espectáculo de feria. Aquí la imaginación de Terry Gilliam nos ofrece de nuevo un espectáculo excesivo y hermoso. Si bien es cierto que la calidad de las animaciones y escenarios denotan el limitado presupuesto de la película, no estropean, en mi opinión, el resultado (aunque al salir de la sala escuché comentarios que indican que esta opinión puede no ser la mayoritaria…). Al fin y al cabo uno de los temas de la película es la imaginación, la necesidad de las historias, y un prerrequisito para entrar en las historias es un cierto grado de credulidad, de capacidad para obviar la falsedad de lo que nos cuentan.

Las escenas que suceden en el mundo real tienen lugar en un Londres sucio, oscuro, no en vano la primera secuencia acaba con el plano de unos vagabundos durmiendo en la calle. Ese es el mundo que vemos casi todo el rato y contrasta agudamente con las imágenes fantásticas. Pero también aquí nos encontramos con algunas buenas ideas visuales, como el inicio de la escena de presentación del personaje de Heath Ledger.

Por otro lado la historia tiene una cierta falta de foco. La trama deambula por el mencionado enfrentamiento sin mucha intensidad, dando algunos tumbos. Por suerte el final de la historia nos da un poco la vuelta al cuento moral y al final parece que las cosas no son tan blancas o negras. Ni Mr. Nick es tan malo (como ya hemos mencionado), ni Parnassus tan bueno, al fin y al cabo a él también le gustaban las apuestas con el Diablo. Al final el personaje de Verne Troyer le responde a una niña: “¿Y no lo tenéis con final feliz?” “Lo siento, no podemos garantizarlo”.

1 comentario:

Holly dijo...

En general he disfrutado mucho de la película pero tengo el mal presentimiento que la magia que evoca se me va a difuminar con el tiempo. La recordaré como menos cariño la próxima vez.

Aplaudo la imaginación de Terry Gilliam, visto como está el panorama cinematográfico un poco de originalidad nunca viene mal.

No necesita de grandes efectos especiales, la creatividad de ese mundo imaginario se vale por sí misma. El contraste entre ese Londres real, el teatro ambulante y la ensoñación encanjan perfectamente.

Los actores correctos. Heath Ledger tiene momentos muy cercanos, propios de una actuación de teatro aunque me temo que estoy completamente de acuerdo en que en algunos momentos uno parece estar viendo al Joker. El gesto se le escapa. Lamentablemente he de decir que no me gusta en lo que convierten al personaje de Heath Ledger al final de la película; excesivo.

El diablo, encantador. Magnifico ver a Tom Waits interpretando este papel e interesante el personaje.

No puedo entender porque la película no está en más cines en Madrid

Publicar un comentario