Ayer el portal Aullidos nos daba la noticia: la nueva entrega de Saw, que debería estrenarse este viernes ha recibido la calificación X. Esto quiere decir que la película en principio deberá emitirse sólo en salas X, de las cuales quedan apenas un puñado en España. Básicamente esta decisión impide el estreno de la película en nuestro país o al menos sus posibilidades comerciales. Según la ley se califican como X las películas que contengan sexo explícito o apología de la violencia. Está claro que Saw VI entra en esta segunda categoría.
Mi relación con la saga Saw puede resumirse en 2 frases: vi la primera; me entretuvo. Fin. No obstante me parece un hecho suficientemente singular como para que merezca la pena ser comentado, además de que abre un interesante debate. A simple vista parece una decisión excesiva y que nos devuelve a la censura que creíamos en general desterrada. Es cierto que la película no se corta ni se prohíbe, pero el ministerio sabe perfectamente que esta decisión impedirá que la película sea vista por el público.
Por supuesto se podría entrar en el tema de si acaso es peor el sexo explícito que la violencia explícita y porqué el primero ha de relegarse a salas minoritarias y el segundo no. La clave está en el sistema de calificación español. Aquí la calificación de las películas es una mera recomendación, de modo que aunque una película sea para mayores de 18 años cualquier persona, hasta un niño, puede entrar a verla. En cambio en otros países (como EE.UU.) la calificación R indica que pueden verla mayores de 18 años y menores acompañados por adultos. Lejos de considerar el sistema americano como ideal (recordemos que allí la violencia no extrema merece una calificación para mayores de 13 mientras que cualquier escena de desnudo merece una para mayores de 18…) la idea no parece mala: los menores pueden ver cualquier película siempre que un adulto les dé permiso y pueda poner lo que ven en contexto (claro que ese adulto puede ser el hermano mayor que le diga: “mira como mola cuando le sacan las tripas a ese”; lo sé, si tuviera hermanos pequeños yo también lo haría…). El caso es que en España la única manera legal de evitar que los menores vean estas películas es clasificándolas X, lo cual parece una solución cuando menos radical. Lo que no sé, y si alguien tiene idea le agradecería que me lo contestará, es si un cine normal podría considerar una de sus salas como Sala X temporalmente para poder emitir estas películas o si todo el recinto debe tener ese estatus, ya que en ese caso sólo podrían emitir películas X (la ley sólo dice “salas” no sé si se referirá al recinto del cine o a la sala específica aunque tal como está escrita la ley me inclino por lo primero).
Pero dejémonos de teoría y entremos al trapo. ¿Está justificada la decisión en este caso concreto? Mi respuesta sería un rotundo no. Primero porque en general no estoy de acuerdo con que se prohíba el acceso a menores ya que en mi opinión el gobierno adquiere una función moral que no le corresponde; y por favor que nadie me ponga ejemplos que no vienen al caso, ya que aquí estamos hablando de violencia ficticia por muy reales que parezcan, no de escenas violentas reales como las que, por cierto, presenciamos todos los días en los telediarios. Y segundo por mero agravio comparativo, empezando con el ejemplo más evidente: ¿acaso las ni más ni menos que 5 películas anteriores hacían menos apología de la violencia? Porque recordemos que lo que se indica como motivo para clasificar X no es que la película contenga violencia extrema, sino que hace apología de ella (si fuera por violencia extrema sería aun más grave, también por comparación). Pero pongámonos más serios ¿no hacían apología de la violencia las películas de Charles Bronson? ¿Harry el sucio? Incluso alguien podría argumentar (y si la memoria no me falla algún crítico lo dijo en su momento) que El club de la lucha entraría en esa categoría. Entramos entonces en un terreno muy farragoso donde una vez más el gobierno se tiene que convertir en madre protectora y juzgar algo que es meramente subjetivo. ¿Hace apología de la violencia o meramente nos propone una idea para que nosotros juzguemos? El ministerio cree que tiene que defendernos de algo que podría hacernos pensar que está bien torturar y asesinar. Lo que el ministerio parece no saber es que nosotros sabemos diferenciar entre ficción y realidad. Y que si alguien ya piensa que la violencia es mala la película no le va a hacer cambiar de opinión.
“Pero, ¿y los niños? ¿es que nadie piensa en los niños?” Sí, señora Lovejoy, los niños son más impresionables, pero ellos también saben diferenciar entre realidad y ficción y además son los padres los que deben educar a los niños y evitar (o no) que vean esta películas. Hasta el momento y mientras no se demuestre lo contrario, ninguna película ha convertido a nadie en un psicópata.
Por si a alguien le interesa aquí están los links del Ministerio:
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