viernes, 20 de noviembre de 2009

19ª Semana de cine experimental de Madrid


Si ayer os hablaba del Cinemad, ahora me veo en la obligación de deciros (aunque llegue un poco tarde) que hoy arranca también la semana de cine experimental. Éste es un festival podríamos decir que más serio, pero que también se antoja como una oferta un poco más sui generis que lo que estamos acostumbrados.

Cabe mencionar que este año la cinematografía invitada es la de Sierra Leona, un país que comienza ahora a arrancar su industria cinematográfica después de años devastado por la guerra. A pesar de ello es sorprendente la variedad de propuestas y la cantidad de filmes que presenta este país en el festival. Merecerá la pena sin duda conocer algo más de la cultura de un país del que muchos no sabemos más que lo que sale en las noticias.

Además hay un ciclo de cine taiwanés, del que no podría perdonarme no ver algo tras haber conocido la isla (si bien brevemente) y de la nueva generación de directores japoneses que parecen estar revitalizando un poco la industria, la cual parecía haber flojeado un poco en la última década.

Por si fuera poco además de estos ciclos y, por supuesto, la sección oficial, hay numerosos talleres y exposiciones que acompañan al festival. Podéis consultarlo todo en la página web.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Festival Cinemad ‘09


Mañana da comienzo el XVI festival de cine independiente y de culto Cinemad ’09. Este año nos encontramos en él con varios ciclos, aunque si hay algo criticable en el programa es que algunos de dichos ciclos están bastante escasos de material. Es especialmente sangrante que el ciclo dedicado al gran Harry Dean Stanton, inolvidable protagonista de Paris, Texas y que tuvo el honor de ser la primera víctima de la criatura de Alien, se componga únicamente de una película, Repo man. La misma suerte corre el primer latin lover, Rodolfo Valentino, del que se proyectará únicamente La dama de las camelias.

A pesar de todo nos encontramos una vez más con una combinación surrealista y deliciosa de lo que se viene llamando películas de culto, desde el cine independiente más sesudo hasta la serie B más desvergonzada. Las principales apuestas este año son el ciclo de capítulos de la serie Kung Fu como homenaje al recientemente desaparecido David Carradine (aunque se agradecería también alguna de sus aportaciones cinematográficas), el maratón de Jim Jarmusch con que se cierra el festival, el ciclo de cine bizarro mejicano (con apuestas tan delirantes como Satánico Pandemonium) y Rock ‘in’ cine, donde veremos películas protagonizadas por estrellas del rock.

Es, por tanto, una gran oportunidad para ver películas peculiares muy difíciles de encontrar habitulamente. Podéis consultar el programa en la página del festival.

viernes, 6 de noviembre de 2009

De secuelas y modernizaciones


Se ha hablado largo y tendido de la sequía de ideas en el cine comercial norteamericano y no seré yo quien vuelva a teorizar sobre ello ahora. Sin embargo la aparición del nuevo tráiler del Sherlock Holmes de Guy Ritchie (que podéis ver aquí) y de ciertas declaraciones por parte de Robert Zemeckis me insta a hablar de dos películas que ejemplifican muy bien esta situación. Sin embargo me referiré en este caso justo a lo contrario, a lo nuevo que se añade a ideas ya trilladas.


En la nueva versión de Sherlock Holmes nos encontramos con una historia que, a juzgar por los vídeos vistos hasta el momento, se mete de lleno en el terreno de la aventura. A juzgar por ellos el filme será del género de acción y no del detectivesco. Tengo que confesar primero que no había leído nada del personaje creado por Conan Doyle hasta el año pasado. Eso sí, una vez empecé me enganchó y ya llevo cuatro volúmenes. Antes nunca me había interesado especialmente por la figura del peculiar detective (aunque sí, de niño yo también veía la serie de animación co-creada por el genial Hayao Miyazaki). Por ello tampoco quiero parecer un purista (nunca lo he sido en ninguna adaptación salvo causa justificada), pero si se hace una película sobre Sherlock Holmes creo que lo mínimo es respetar la figura del personaje principal. Cuando oí hablar por primera vez de esta adaptación me gustó la idea de que se centrara en esos detalles de Holmes que Conan Doyle cuenta en los libros pero no explota demasiado, tales como su habilidad para el boxeo y para la esgrima. Sin embargo en los tráileres lo que vemos es a un Holmes reconvertido en héroe de acción, saltando de edificios, evitando explosiones, etc. Esto puede no ser más que una exageración para la promoción y que las escenas en la película sean minoritarias, así que es pronto para juzgar. Pero lo que no parece perdonable es ignorar el desprecio o indiferencia que Holmes siente por las mujeres y aquí parece que se le plantea un romance. Eso sí, la elección del personaje no puede ser más acertada, ya que se trata de Irene Adler, según las historias de Arthur Conan Doyle, la única mujer por la que Holmes ha sentido admiración, ya que fue la única capaz de derrotarle. No obstante no parece excusa suficiente para un personaje a quien su propio autor definió como incapaz de amar. Por otro lado Robert Downey Jr. parece una buena opción para Holmes, si consiguen mantener al mínimo su vena irónica y explotan el egocentrismo del personaje.

El segundo caso al que me referiré es la recién anunciada secuela de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Personalmente siempre he disfrutado con esta película. El toque genial fue convertir a los dibujos animados en seres reales, que conviven con los humanos, e incluso sufren un muy familiar trato despectivo por parte de ellos (se les llama en la versión española “dibus” como clara alusión a adjetivos peyorativos de la vida real). Pero resulta que Robert Zemeckis, el director de la original (y de otros clásicos ochenteros comoRegreso al futuro) está ahora poco menos que obsesionado con la técnica de motion capture (sus tres últimas películas están realizadas con ella) y planea utilizarla para la secuela. Aquí todos contuvimos la respiración, pensando que los “dibus” serían ahora en 3-D lo que rompería todo el encanto de la historia. Por suerte (o no) Zemeckis ha dicho ayer que no usará motion capture para los personajes animados (suspiro de alivio) sino (agárrate que vienen curvas) ¡¡para los humanos!! ¿Qué %&$# sentido tiene eso? La clave de la anterior película era la interacción entre personajes reales y ficticios, si todos los personajes son ficticios se acabó la gracia. Lo cierto es que la frase de Zemeckis es un poco confuse: "All the other characters that [the cartoons] would sort of have fun with would be magnificent in performance capture technology." En cristiano: “todos los otros personajes con los que [los dibujos animados] más o menos se divertirían estarían estupendos con tecnología de captura de movimiento” Los más optimistas opinan que esto puede referirse a nuevos personajes animados y que en la trama se incluiría la aparición de esta nueva tecnología. Es decir que tendríamos humanos, “dibus” y “dibus 3-D” Me parece una interpretación muy libre de las declaraciones, pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde.

Se dice que segundas partes nunca fueron buenas. Yo no estoy de acuerdo porque creo que hay suficientes secuelas a lo largo de la historia del cine (y de la literatura) como para demostrar que se puede hacer bien, pero para ello hay que encontrar el equilibrio entre la originalidad y el respetar el legado que continúas. Será interesante comprobar de qué lado caen estas dos producciones.

martes, 3 de noviembre de 2009

Lars von Trier (II): Epidemic (1987)

Epidemic fue la segunda película de Lars von Trier dentro de lo que llamaría su trilogía de Europa. Si en el caso de The element of crime hablábamos de pretenciosidad aquí parece haber más un espíritu burlón. En ocasiones he leído opiniones de gente que afirma que el director danés no tiene sentido del humor. Nada más lejos de la realidad, como demostraban sus apariciones en Riget y muchos detalles de sus películas.

Aquí nos encontramos de nuevo con un ejercicio de estilo, si bien mucho menos refinado que el anterior. La historia parece a simple vista más interesante, pero acaba siendo incluso más plana que en The element of crime. El propio von Trier y el coguionista Niels Vørsel son los protagonistas, interpretando a sí mismos en el proceso de crear una historia sobre una epidemia en un mundo alternativo. Paralelamente vemos escenas situadas en esa historia que ambos están creando. Así, en la propia estructura, nos encontramos con uno de los problemas de la película, ya que hay un claro desequilibrio entre las dos partes. Las escenas situadas en la parte ficticia son imaginativas, interesantes, con una puesta en escena que amplia sobre lo visto en la anterior película. Las escenas del “mundo real” son, por el contrario bastante aburridas. No quiere esto decir que me parezca mal que estén rodadas de manera más sobria, ya que esto es una forma más de marcar el contraste, y no necesariamente negativo. El problema es que la historia, si podemos llamarla así, apenas avanza, no sucede prácticamente nada. Para más inri estas escenas tienen mucho más metraje que las otras, dejando una película desequilibrada hacia el peor lado.

Y, no obstante, no podemos tomárnoslo muy en serio. Toda la película parece existir sobre un halo de guiño cómplice. Hay una escena muy significativa en cuanto a las intenciones de los guionistas (y quizá respecto a sus personalidades) y que ejemplifica además esa sensación de “esto no va a ninguna parte” que nos acompaña en el visionado. En ella Niels Vørsel le cuenta a Lars von Trier como hizo creer a unas chicas americanas que era un adolescente y se convirtió en su amigo por correspondencia. A continuación se dedica a leer algunas de las cartas y a reírse junto a su amigo de los sentimientos expresados en ellas. Las reacciones ante las cartas (reales o no) son de un desprecio absoluto, lo que en ese momento te hace rechazar a estos dos “intelectuales” que se creen tan listos. Pero claro, es difícil saber cuánto de verdad hay en esto, cuánto de guión y cuánto de mera broma hacia el espectador, con ese humor a medias, oscuro, tan propio de los países nórdicos. Y el final, divertido, estridente y crispante (insoportables los gritos de la señora, a la que todo el mundo quisiera abofetear) resulta como un último guiño en el que toda la comedia cae y parecemos intuir que nos estaban tomando el pelo. Esta sensación permanece aun más cuando suena la muy ochentera canción de los títulos de crédito, llamada Epidemic y coescrita por Lars von Trier. Y una vez más resulta imposible saber si es meramente un producto de los tiempos o un nuevo chiste malo.

Podemos resumir la experiencia en un sabor de boca más desagradable que el anterior, una película con menos alardes visuales, un tanto cutre incluso, si se me permite la expresión, pero en el que descubrimos al Lars von Trier juguetón que conocemos.